lunes, 24 de diciembre de 2012

En lo pequeño está Dios

Muchas veces me encuentro leyendo ideas muy universales, sobre psicología, sobre la educación, sobre la crisis...

Desde luego, en el ser humano hay una aspiración a lo Universal que solo llegamos a sondear. La actitud es buena, pero a veces la pervertimos, por que nos afanamos en meterlo todo en nuestra cabeza, o al contrario, abarcar todo desde nuestra pequeñez y mediocridad, tantas veces ignorada.

Es decir, vamos de lo Universal a lo concreto, pero muchas veces no llegamos ni a lo uno ni a lo otro.

Por eso Dios se hace pequeño. Dios no se hace Universo, o Cosmos, o lo que sea que creen los Panteístas (si es que los sigue habiendo), sino que se hace hombre, para que en nuestra pequeñez podamos amarle. Y desde su Amor, podamos llegar a todo. Y a todos. 










sábado, 22 de diciembre de 2012

Una de cuentos.

Ya comenzadas las vacaciones, uno aprovecha para dor... no, para dormir, no. Mi casi institucionalizado "día sin alarma" tendrá que esperar a una nueva edición, sin embargo si madrugar tiene un buen motivo, bien madrugado estará.

Hoy vengo a contaros un cuento, un cuento que hace 2 días tuve la oportunidad de contar en la facultad de Psicología, el lugar donde estudio, para una gala organizada por la Asociación "Ruyalari Aranyalar" (Buscadores de sueños), para conseguir fondos para proyectos solidarios en África.


"Veréis: yo trabaje de camarero hace tiempo en un bar, en los días en los que un helado costaba mucho menos. Por aquel entonces, un niño de unos diez años entró en mi establecimiento y se sentó en una mesa. Era una tarde ajetreada, así que rápidamente, puse un vaso de agua frente a él.
- ¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con cacahuetes? -me preguntó.
- Cincuenta céntimos -le respondí.
El niño metió la mano en su bolsillo, la sacó y contó concienzudamente las monedas que llevaba.
-¿Cuanto cuesta un helado solo? -preguntó al fin.
Había una mesa con varias personas esperando y yo ya estaba un poco impaciente.
- Treinta y cinco céntimos -le contesté bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas de nuevo.
-Quiero el helado solo -dijo entonces.
Así que me fui rápidamente, le puse el helado y la cuenta en la mesa y me marché. No volví a atender la mesa del niño y éste terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando volví, empecé a limpiar la mesa y entonces vi algo que logró que me costara tragar saliva: allí, puesto en una pequeña montañita ordenada junto al plato del helado de chocolate solo, vacío,  había quince céntimos... mi propina".


Tal vez algunos ya lo conozcáis. La idea central del cuento está bastante clara: no des lo que te sobre, da con amor, como la mujer del Evangelio que, pobre, echa una limosna que vale más que cualquiera. El verdadero significado de la Caridad, tan denostado como termino y como acto últimamente  Os dejo un enlace a propósito del tema de un blog que espero ya conozcáis: Buceando entre palabras

Estoy muy agradecido, hoy en día poder hablar de la Caridad en público vale más de lo que imagino. El consejo para hoy es que hables de lo que te mueve, aunque sea contando un cuento.

Un saludo.





domingo, 16 de diciembre de 2012

El tiempo pasa, Dios permanece.

Son ya 3 años desde que murió mi madre.  Que el tiempo pasa rápido es bastante obvio. Ahora al mirar atrás no pienso tanto en los momentos de dolor, de la terrible de la causa, de la angustia y de mi familia más cercana sufriendo. No se trata olvido selectivo, no es resignación. No sé cómo, pero lo abracé todo.

Lo que me da por pensar ahora, en esta mañana mucho más tranquila que aquel miércoles es, ¿Cómo pude salir de esto? No saliendo, sino entrando, en lo más profundo de una "cañada oscura", pero bien acompañado: Jesucristo estuvo conmigo, en todo momento. Sentí su consuelo, su fuerza, no dejó que cayese en la desesperación ni en la amargura de un por qué que se resistía a encontrar una respuesta... Entre tanto, la Iglesia se mostraba como una madre, lo dije hace 2 años, cuando ya escribí sobre el tema, con tanto cuidado, valía la pena abrazar la cruz. Cristo merece la vida, mi vida.

Claro que muchas cosas han sido difíciles desde entonces, desde cosas profundas a las cotidianas, tengo la certeza de que mi madre nos cuida desde el cielo: a mi padre, encontrando su sitio en la Iglesia, a mi hermano y a su mujer, en la dulce espera de un niño, y a mi, en mi noviazgo, en mi carrera. Estoy seguro de que por todo ello reza.

Que pasen los años que tengan que pasar, la experiencia no cambia, mirar atrás no me permite apenas estar triste, la Gracia sobreabundó. Y así hoy, domingo de Gaudete, puedo proclamar con gozo:


El Señor es mi Dios y salvador;

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación.



jueves, 13 de diciembre de 2012

Hazte preguntas.

No las acalles con respuestas rápidas, que te permitan seguir a lo tuyo.

No dejes que las prisas o la rutina acaben apartándolas "para otro momento".

Si la respuesta no llega al momento, relájate, búscala con esperanza. El miedo paraliza.

Lo que haces, lo que no haces, si está bien o mal, si estas haciendo feliz a alguien, o le estas haciendo sufrir. Si tiene sentido lo que disfrutas, o lo que padeces. Pregúntate.

La ciencia de nosotros mismos se llama conciencia. No es un juego de palabras, atrévete a ponerla a examen, y con ella toda tu vida.

Y si lo ves necesario (y si no lo ves, yo te lo recomiendo), hazle un par de preguntas a Dios. Un buen amigo a escrito esto, para ti y para mi.

Adelante.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Gotas de aceite, gotas de perseverancia

Si hay algo que caracteriza a este blog es su completa discontinuidad. Pasa con frecuencia que cuando dejas algo, sea por pereza, por otras prioridades, por prioridades que no son prioritarias o simplemente que no sabes que escribir en el caso del blog, cuando de repente te paras a pensar lo tienes cada vez como menos importante, menos sabes sobre qué escribir, más vergüenza te da, y un largo etcétera de excusas...

Y es que la falta de perseverancia es un mal muy moderno, a veces vivimos demasiado deprisa como para establecer buenas rutinas y al final andamos andando sobre carreteras a medio hacer, conscientes de que así es más fácil tropezarse.
O bien se puede parecer, como alguna vez he mencionado respecto a otro tema, como una cerilla que se enciende en un estallido, mengua, avanza, ¡y si no la tiras te quemas los dedos!

Al final, Jesucristo nos lo dejó bien claro: el hombre sensato construye su casa sobre roca, y Cristo es la Piedra angular, la Roca a la que se refiere el salmo leído ayer.
Cambia las cerillas por lamparas de aceite.
La perseverancia no se alcanza, se pide, se construye pidiendo y se pide seguir construyendo. ¿A quien pedírsela  Pues al Único por el que vale la pena estar levantándose siempre, porque El mismo te da la mano.

Feliz Puente.