Y es que la falta de perseverancia es un mal muy moderno, a veces vivimos demasiado deprisa como para establecer buenas rutinas y al final andamos andando sobre carreteras a medio hacer, conscientes de que así es más fácil tropezarse.
O bien se puede parecer, como alguna vez he mencionado respecto a otro tema, como una cerilla que se enciende en un estallido, mengua, avanza, ¡y si no la tiras te quemas los dedos!
Al final, Jesucristo nos lo dejó bien claro: el hombre sensato construye su casa sobre roca, y Cristo es la Piedra angular, la Roca a la que se refiere el salmo leído ayer.
Cambia las cerillas por lamparas de aceite.
La perseverancia no se alcanza, se pide, se construye pidiendo y se pide seguir construyendo. ¿A quien pedírsela Pues al Único por el que vale la pena estar levantándose siempre, porque El mismo te da la mano.
Feliz Puente.
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